Ya luego de la cena festiva entre varios y conocidos comensales comenzamos a sentir los chisporroteos energéticos otorgados por el LSD que habíamos consumido varios minutos antes.
Ese día quizá fue el día en que mas vino consumimos, y era apenas el segundo día de mis vacaciones. Habíamos comprado cinco damajuanas (cada una contiene 5 litros de vino) y al amanecer del siguiente día nos encontramos con 2 damajuanas con menos de la mitad de su contenido original. Habremos consumido algo mas de 20 litros de vino entre alrededor de 10 comensales.
Luego de reírnos a carcajadas durante varios minutos se me ocurrió probar la distorsión del sentido del gusto que experimenté al no saber si me encontraba fumando marihuana o tabaco armado. Dado que en ese entonces fumaba tabaco para armar. Como (al principio) no pude darme cuenta de qué estaba fumando, comencé a ofrecerlo como marihuana a los que se encontraban a mi alrededor. No los engañé dado que les di a probar preguntándoles “ Es marihuana o tabaco? Muchos no supieron responderme, otros afirmaban que era marihuana y otros afirmaban que era tabaco, aunque de ambos lados repitieron la pitada solo para asegurarse de una correcta respuesta.
Nunca di a entender que realmente se trataba de tabaco aunque pocos percibieron realmente de qué se trataba.
Ya pasadas las 12 nos encontrábamos en pleno año nuevo y a cierta hora comenzamos a inquietarnos. Teníamos ganas de ir al centro para conocer cómo festejaría la gente del pueblo humahuequeño y mezclarnos con lugareños y turistas.
Por lo tanto emprendimos una caminata entre la gran parte de la gente con la cual habíamos comido rumbo al centro.
Cuando subí la mirada al cielo estaba increíblemente estrellado, sentía que realmente era una noche especia. No sólo por ser la noche de año nuevo, sino que sentí (ya sea por los efectos de las drogas o no) que se trataba realmente de una noche particularmente especial. Solo me satisfacía mirar las estrellas en ese momento.
Extrañamente estaba muy consciente de que estaba muy borracho.
Las imágenes nítidamente se balanceaban oblicuamente al punto de marearme mucho.
Quizá estaba tan ebrio y bajo los efectos de media pepa bicicleta, que no sabía si iba a vomitar aunque no suelo hacerlo, pero me sentía realmente mal.
Pero de repente, no me sentí tan mal aunque las imágenes seguían moviéndose de arriba hacia abajo. Tratar de enfocar la mirada solo empeoraba la situación así que me deje llevar por el sentimiento y las imágenes balanceándose ya no me mareaban, sino que me divertía el hecho de pensar cómo el cerebro actúa bajo los efectos de las drogas y el porqué de que el cerebro interprete las imágenes que vemos como si fuera la luz que pasa a través de un rollo de una película para luego proyectarse en una pared, tal y como pasa en el cine pero a tan baja velocidad que aun se puede ver la cinta pasando.
Cuando logro recuperarme mentalmente lo suficiente como para levantarme (Sin darme cuenta unos instantes antes me hallaba recostado en el piso entre unas piedras del tamaño de un puño, algunas más grandes y otras mas chicas) caigo en la idea de que me encontraba solo en ese lugar. Ya mis compañeros no se encontraban ahí. No se cuando deje de escuchar su voz o el chasquido de las piedras al caminar. Me sentí como abducido. Como que alguien externo a mi ser me tomó y me colocó en otro lugar físico y yo sin darme cuenta. Pensando en el sentimiento que me dejo pensar en eso, logro observar una figura al principio pequeña difusa. Luego fue acercándose y me di cuenta de que esa figura era un perro. Él me había estado observando quizá todo el tiempo que permanecí tirado en el suelo pedregoso y extrañamente no tan incomodo.
No tenía noción temporal pero la oscuridad me advirtió que todavía no había amanecido, aunque tampoco faltaba demasiado para que sucediera.
Entre mareado y bajo los efectos del alcohol y las drogas comencé a percibir mi ubicación periférica y advertí que no sabia donde me encontraba. Si bien el pueblo no era muy grande no recordaba cuando había visto a mis compañeros por última vez, dónde me encontraba ni menos cómo regresar al camping donde nos encontrábamos.
No se si ya no me importaba o sólo deje de pensar en que no sabia mi ubicación ni en que andarían mis compañeros. Solo deje que fluyan las ideas y el temor o ansiedad simplemente no se reflejaron en mis pensamientos. Poseía una tranquilidad extraña, me sentía como mas liviano, como que el viento me mecía, que si quería podía correr solo a largos saltos, que sentía el vibrar de la tierra y una sensación de “no me importa nada”, mi “todo” era ese momento.
El perro se acercó a mí y puso su lomo bajo mi mano queriendo que le rasque o acaricie.
Interactuar con el perro me tranquilizó bastante. Yo agarraba su hocico y lo sacudía y él intentaba zafarse y luego me mordisqueaba suavemente la mano. Estuvimos jugando un tiempo indefinido no se si habrán sido 10 o 15 minutos o quizá mas de una hora, la verdad no lo recuerdo.
En cierto momento vi pasar a dos personas que claramente no eran lugareños, un hombre y una mujer. El hombre me pidió un cigarro y aunque no poseía cigarrillos, poseía tabaco para armar. El solo hablar no se porque me hacia sentir mal, y mas mal me hacia el solo pensar en el humo de cigarrillo. Así que solo respondí secamente: “no”. Y la pareja siguió caminando.
No se si porque el solo hablar me hacia sentir mal o por la sensación de rechazo que me dio el solo pensar en el cigarrillo, no se me ocurrió preguntarle a la pareja siquiera donde me encontraba o si sabían para donde se encontraba la zona de camping.
Luego de un rato el perro se paro en sus 4 patas y yo hice lo mismo. Él comenzó a caminar y volteó a mirarme, como diciéndome que lo siguiera. Sin pensarlo demasiado lo seguí. Total no podría encontrarme mas perdido que en ese momento. Luego de caminar por un rato, no mucho tiempo, empecé a reconocer mi alrededor, un puente por el que debajo pasaba un río seco con apenas un hilo de agua. Ya era de día por lo que no me resultó difícil encontrar la entrada al camping al otro lado del puente.
Al llegar junto con el perro, reconocí a unos compañeros que se encontraban sentados al lado de la parrilla donde se encontraban comiendo los pedazos de carne que habían sobrado de la noche anterior.
Me resulto gracioso encontrar a la gente que perdí yendo a los festejos en el pueblo que ya se encontraba durmiendo y alguno que otro se encontraba ahí, cerca de la parrilla.
Todos preguntaron donde estuve todo este tiempo. Les respondí que la verdad no sabía.
Lo extraño es que sólo había un camino que unía al camping al centro del pueblo. Y mis compañeros, al volver del pueblo no me vieron en el camino. Lo que sí sabía es que el perro me había traído de vuelta al camping no se si por el olor a asado, dado que las brazas aun se encontraban ardiendo bajo las carnes que habían sobrado, o atribuirle al perro un poder irracional.
Lo primer palabra que salio de mi boca fue: “denle un pedazo de carne a este perro que me salvó la vida”.